Puedo afirmar que sí tengo una historia como lector.
Podría usted afirmar
que tiene una historia como lector? En caso afirmativo, ¿Cuáles han sido los hechos
más significativos en la construcción de esa historia?. En caso negativo, ¿A
qué se debe la ausencia de esa historia?
Puedo afirmar que sí
tengo una historia como lector.
Al 2012 tengo 41 años
de vida y hace 35 años en mi ciudad natal Bogotá, Colombia, la escolarización
para primaria se iniciaba a los 7 años cumplidos en el sector oficial (gubernamental)
y a los 5 años en el sector particular y ya en los años 70 existían los primeros
Kindergarten en este sector, (a los 5 años el nivel era asistencial en el
sector oficial). Es decir cuando asistí a la escuela, al grado primero, a la
edad de 7 años, ya sabía leer a nivel
textual, ya decodificaba escritos en publicidad, en la televisión, en los
empaques de los alimentos, en los manuales de los electrodomésticos, (Esto lo puedo contar a partir de unas charlas
que he tenido esta semana con mi madre y mis dos hermanos mayores).
Mi maestra de
lectura, fue mi madre; nos cuenta ella que en las tardes entre-semana, parte de
la rutina era acompañarla a cocinar siguiendo recetas, las cuales eran muy gráficas,
(unas recetas de un producto llamado maizena, comercializado en esa época y
actualmente también, ella trabajaba desde la madrugada al medio día en un
restaurante-hostería a las afueras de la ciudad, y la cantidad de maizena y
recetas utilizadas allí, era sorprendente) y nos inició en la lectura al
relacionar las palabras y los gráficos de los distintos alimentos, como arroz,
zanahoria, sal, azúcar, etc. y afirma que se valió de unas cartillas, llamadas Nacho
lee, de editorial susaeta, facilitadas por nuestro tío, su hermano, quien tuvo librerías
en la ciudad, y donde posteriormente a la edad de 11 años, trabajamos (lo digo
en plural porque mis 3 hermanos y yo, incursionamos en la librería de nuestro tío)
vendiendo libros escolares y literatura para el inicio del año escolar, tanto
en calendario A y B, los cuales coinciden con las vacaciones escolares, y en
otras épocas la venta era muy suave, y quedaba tiempo para leer, leer
literatura, y ejemplares de la revista “selecciones Reader's Digest” una
revista increíble porque sus artículos de todo el mundo eran actuales y
acompañados de secciones de deportes, humor e historia, las cuales leí hasta
los 18 años que trabajé en las librerías de mi tío.
A esa edad entre a
estudiar “Licenciatura en electrónica” en la Pedagógica (Universidad Pedagógica
Nacional) y los textos técnicos universitarios ocuparon los próximos años, alejándome
de la lectura más natural por falta de tiempo, y ahora un poco más pausado
estoy leyendo lo que me gusta, y formándome con cursos como este de lectura y
escritura.
Al formarme, crecí en
un ambiente donde la lectura y la escritura se ven como un producto, donde lo
importante es la forma más que el fondo, y en el mejor de los casos leemos y escribimos
para comunicarnos, pero muchas veces solo se queda en un proceso para evaluar y
constatar lo aprendido (por no decir lo retenido memorísticamente) y dista
bastante de una lectura y escritura para la comprensión y el aprendizaje
abordando procesos cognitivos.
También puedo
enumerar otras creencias muy arraigadas en Bogotá, como los profesores
solicitan escritos de todo tipo, pero no se han tomado la molestia de enseñar
los sub-procesos de la construcción textual ni los sub-procesos de la
redacción, y normalmente indican en sus evaluaciones que esta mal, pero no
indican cómo superarlo, y se relaciona al buen estudiante con el buen lector y
reproductor de informaciones generadas por otros, y no se brinda espacios de construcción
literaria, ni de producción ni argumentación de ideas.
Con el boom de las TIC,
se escucha que ahora menos escribirán los estudiantes porque las posibilidades
multimedia permiten expresarnos de otras maneras más eficientes y enterraran al
escritura como expresión y camino de aprendizaje.
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